Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100435
Legislatura: 1902
Sesión: 5 de Abril de 1902
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 4, 37-38
Tema: Política del Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Diré muy pocas, pero algunas creo necesarias, porque después de todo, como aquí no se han oído más que frases de aplazamiento, aguardo y espero tranquilamente el aplazamiento para cuando los señores que quieran combatir al Gobierno, ya sea por la relación de hechos de la crisis, ya sea por su programa, lo tengan por conveniente; pues el Gobierno contestará, y creo que podrá hacerlo cumplidamente.

Pero el Sr. Duque de Tetuán ha hecho una afirmación que no puedo dejar pasar desapercibida.

Supone el Sr. Duque de Tetuán que el partido liberal ha variado de programa, y que éste es un programa distinto del que puso en labios de S. M. en el discurso de la Corona; ¿no es esto? (El Sr. Duque de Tetuán hace signos afirmativos.) Pues el señor Duque de Tetuán está completamente equivocado, porque esto no es más que la ampliación y el cumplimiento de aquello; es en la mayor parte su repetición, y si no, que se demuestre dónde están las diferencias. ¿En dónde están? En los cuatro puntos que en este programa se trata, ¿dónde están las diferencias? (El Sr. Conde de Esteban-Collantes: Entonces, ¿por qué tanto reunirse y conferenciar los prohombres, si no era distinto el programa?) Se han reunido para ver cuáles eran los asuntos de más urgente solución, porque allí se proponía la solución para todas las cosas del Estado, y como no hay tiempo para hacerlo todo de una vez, hemos escogido los puntos de más urgente solución, para resolverlos. Por eso no se habla nada, por ejemplo, del Ejército ni de la Marina; de manera que no es exacto que sea distinto este programa, del anterior del partido liberal. (El Sr. Conde de Esteban-Collantes: Eso ya lo dirá el Sr. Canalejas.) También lo dirá el Sr. Canalejas; ya lo dice ahí, porque entre los puntos que trata ese programa, existe uno muy importante, en el cual he ido yo, en mis declaraciones, más allá de lo que marca el programa mismo.

Por consiguiente, atacad al Gobierno por la rea- [37] lidad de las cosas, por lo que sea; pero no hay que suponer que el Gobierno viene aquí a cambiar de opinión a cada momento, a traer un programa hoy, olvidando el programa que trajo ayer. No, y cien veces no. Yo tengo el mismo programa hace mucho tiempo, y sólo ha variado cuando cambian las circunstancias del país, lo cual es indispensable, porque las variaciones en la marcha de la política, son consecuencia de las variaciones en la marcha de la sociedad. Pues qué, ¿vamos a estar apegados siempre a los mismos principios con que se podía gobernar y se gobernaba el año 10? ¿Es que no hay medios de variar un programa que pudo ser excelente el año 12? Por consiguiente, hay que poner las cosas en su verdadero lugar.

Claro está que cuando se trata de cosas tan importantes; cuando se trata de circunstancias tan difíciles como por las que atravesamos, ni este Gobierno, ni ningún otro, podrán realizar nada de provecho sin el auxilio de la mayoría y sin el concurso de las minorías; y yo espero el concurso de esas minorías porque fío en su patriotismo, sobre todo en los momentos difíciles porque atraviesan España y todos los países del mundo. Y en cuanto a la mayoría, no tengo nada que decir: espero y cuento con su apoyo, porque sabe muy bien que no hay Gobierno posible si no se apoya en una mayoría compacta, resuelta y disciplinada, como lo son para mí la mayoría de este Cuerpo y la del Congreso (Muy bien, muy bien); mayorías con las cuales tengo la ilusión de creer que los Gobiernos del partido pueden emprender con la seguridad del éxito las más grandes empresas (Muy bien); mayorías que por su lealtad y su consecuencia, inspirarán respecto a los adversarios, darán fuerza al Gobierno, confianza a las instituciones y tal prestigio a su partido, que lo harán aparecer ante el país como causa de normalidad en los tiempos bonancibles, como esperanza de salvación en los tiempos revueltos, y, en todo momento, como prenda segura de paz y de bienestar. (Muy bien, muy bien. Aplausos.)

Yo espero que esto ha de suceder, y por eso creo que el partido liberal podrá marchar tranquilo hacia la realización de sus ideales, entre los cuales cuenta como el primero y principal, el de imbuir cada vez más en el corazón del pueblo español, la confianza en sus instituciones y la esperanza en el nuevo reinado de Don Alfonso XIII, como el mejor medio de asegurar el progreso y la libertad y de consolidar la paz pública y la prosperidad moral y material de España. He dicho. (Aplausos.)



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